viernes, 10 de junio de 2016

Ganadora Certamen Literario Secundaria


“VALERIA”
La tarde languidecía, los últimos rayos de sol se despidieron tímidamente. David, mi ahijado, estaba sentado al lado de mi cama, y me miraba con tristeza, yo le devolví  la mirada y le sonreí levemente. Desde que enfermé ha estado conmigo todos los días, siempre ha habido una conexión especial entre los dos. Creo que un hijo no hubiera hecho más que lo que él estaba haciendo por mí.
-Juan, ¿por qué no te has casado nunca? Preguntó David.-
-Es una larga historia, le contesté.-
-¿Nunca te has enamorado?
-¡Claro que sí! Por eso mismo no me he casado, porque encontré el amor verdadero, el amor de mi vida.-
-Entonces, ¿Qué pasó? –preguntó David
-Creo que siempre la he  amado, desde que era un niño, admiraba su belleza, su bondad, su valentía… Ella era como un rayo de sol en una habitación oscura, como el oxígeno que se necesita para respirar. Tardé mucho en confesarle mi amor. Pasé mi adolescencia enamorado de ella, el verdadero amor es precioso, pero duele profundamente.
Un buen día me cansé y decidí decírselo, sabía que si me rechazaba me moriría de dolor
-Y ella, ¿Te rechazó, no? -preguntó David  con curiosidad
-¡Te equivocas! Valeria me miró a los ojos y sonriendo dulcemente, me contestó con un beso, el beso más sincero que me han dado nunca. Ella me amaba, y para mí era suficiente, no me importaba nada  más. Los años a su lado pasaron vertiginosamente, terminamos la universidad y decidimos vivir juntos.
Aquel fatídico día, empezamos la mudanza. Estábamos descargando unas cajas, cuando de  repente vimos como un crío pequeño cruzaba despistado la carretera. Ella, temiendo por su vida, corrió para apartarlo del peligro, pero un coche la arrolló, arrebatándole la vida. Corrí hacia ella, pero era demasiado tarde, mi dulce Valeria murió en mis brazos, su mirada  limpia y profunda se apagó poco a poco, yo la besaba compulsivamente y le decía como un loco: ¡No me dejes! ¡Quédate conmigo! Pero Valeria se fue como el humo de un cigarrillo, su luz se apagó y mi vida quedó cubierta de un manto oscuro y pesado. Desde entonces he contado cada segundo, cada minuto, cada hora, los días y los años para volver a encontrarme con ella….-
David cierra mis ojos y llora casi como un hijo llora a un padre, acabo de morir, pero mi vida ha comenzado en aquel preciso instante, cuando mi amada Valeria alarga su mano y me susurra: -Amor mío, ya nada volverá a separarnos, viviremos para siempre el amor que un día nos arrebató el destino.-

 Alba María García membrilla. 3 B

No hay comentarios:

Publicar un comentario