BOTANIA
Luca Daniel Gavriloae
1º ESO B
1º ESO B
Había una vez en un lejano país un chico
como cualquiera. Él se llamaba Arpi. Soñaba con muchas fantasías, una de ellas
hacer el viaje de su vida en un país hermoso, lleno de vida. Él se esperaba una
ciudad en el aire ¡sobre las nubes! con edificios muy altos y mucho
entretenimiento, con praderas azules que se entiendan hasta más allá del
horizonte: un lugar lleno de inspiración, aire puro y limpio, como la nieve en
su puro esplendor. Pero…Arpi no sabía lo que le esperaba en el futuro.
Todo comenzó una mañana con el Sol en lo
alto del cielo azul. En aquel entonces, como todo niño, se imaginaba volando
por el aire y divirtiéndose pero de pronto:
-
¡Levanta gandul, que
han venido tus amigos a visitarte! Exclamó su hermosa Lindy.
Cuando se levantó como el rayo, bajó a
verlos y, ansioso por enseñarles su nuevo juego de mesa: se llamaba Botania
.
Empezaron a jugar y una hermosa voz como la de la brisa del mar entre las copas
de las palmeras le estaba diciendo que algo le aguardaba, algo inimaginable.
Sus compañeros no oyeron nada pero sí vieron que Arpi se cayó al suelo tan
fuerte que tembló la habitación.
De repente, apareció en medio de un
bosque que no era normal. Había cactus color lima en forma de hojas verdes con
un detalle como de la mano de un pintor, grandes y pequeños; había de todos, de
todos los árboles y colores. Un fantástico lugar, pero no por su perspectiva,
la de sus sueños. Había frutos rosas, de la forma de una tinaja, con filos y
pelitos de polen amarillo y un azul más azul que nunca.
Dio la casualidad que Arpi estuvo un poco
decepcionado con ese lugar, pues no había edificios ni entretenimiento. La voz
seguía sonando en su mente; “Por favor, guía el fuego a la fuente y la fuente
que salga de su sombra”. Él no entendió nada, pero si entendió el bello rostro
de una mujer joven que apareció de entre las ramas azules.
Tenía una cara alargada con una especie
de casco azul en forma de pico. El color de piel era azulado y llevaba ropas
largas, nunca vistas que parecían mantas de magos. Unas orejas agudas
caracterizaban e iban a juego con su delgado cuerpo.
-
¿Qui…qui…quién eres? –
Preguntó Arpi sentado y apoyado con miedo y nervios en el “árbol”
-
Soy Nania, soy Flora,
soy todos los nombres del mundo, pero ninguno me describe. Soy un dios o una
sirena, ninfa o hada. Ya nadie de este espeso bosque sabe su propósito en la
vida, gracias a la reina de los Ogros. Estamos hechizados, estamos cautivos de
nuestras propias dudas y preguntas. Ven, sígueme.
-
Lo llevó al corazón del
bosque, allá donde se hallaba el espíritu de toda la zona. Era un árbol
gigantesco, con las copas indivisibles. La corteza estaba pálida y se notaba
bastante tu vejez.
-
Todos dependemos de él.
La reina ogro empobreció sus raíces. Tienes que buscar la cura. Somos una con
las plantas. Si el árbol “cierra los ojos” nosotros también.
Había unas casas de tejado verde muy
brillante con ventanas redondas y antiguas y paredes de color miel.
-
Tienes que visitar al
sabio Eupa, él te dirá qué hacer.- Asintió extraña.
Hizo las instrucciones y visitó al
anciano, que estaba rebuscando sus polvorientos libros.
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