domingo, 30 de mayo de 2010

El día "E"


Vamos a celebrar el "Día E" del español el próximo 19 de junio (podemos adelantarlo si os parece):

"El Día E es la abreviatura del Día del Español, una celebración internacional de la lengua española. Esta iniciativa del Instituto Cervantes, cuya primera edición se celebró en 2009, vuelve en 2010 con aires renovados.

El Día del Español se celebrará este año el 19 de junio, el sábado más cercano al solsticio de verano. Desde las 11:00 h se podrá disfrutar de una jornada de puertas abiertas repleta de actividades, en todos los centros que el Instituto Cervantes tiene alrededor del mundo. Además este año se ha invitado a los países hispanoamericanos y toda la comunidad hispanohablante a unirse a la celebración.

¿Palabras para qué?

Esta página web ha sido creada para que
internautas de todo el mundo propongan sus palabras favoritas del español, las voten o creen nuevos vocablos para el «Ficcionario».

Puedes participar en esta web tecleando tu palabra favorita, creando un pictograma en la pizarra de dibujo o subiendo un vídeo.

También puedes introducir comentarios sobre las palabras y contar experiencias o historias propias alrededor de ellas. Gracias a tu aportación iremos configurando «Las palabras de El Día E», subidas a la página por todos aquellos que aman el español; esta sección contó en la pasada edición con más de 4.000 entradas, mientras que el «Ficcionario» sumó más de 2.000 propuestas."


¿Qué tal si nos unimos votando por alguna de las 100 palabras propuestas? Podemos empezar por dárselas a conocer a los alumnos y decirles dónde pueden votar por ellas. Estaría bien que averiguaran la definición.
Hay otras actividades que se pueden hacer en la web, como inventar palabras y votar por ellas, o hacer pictogramas,
¿Os animáis?

viernes, 28 de mayo de 2010

Escritor, médico, humanista


El amor, la familia, las convenciones sociales, la miseria, el dolor...
Antón Chéjov trata en sus cuentos la condición humana, la búsqueda afectiva del otro, el engaño, la pasión y el sinsentido de la vida con un acertado enfoque psicológico. A veces con ironía, a veces con amargura, las historias nos dejan pensando, esperando otros finales, como si vivieran en nosotros.

Os recomiendo leer Cuentos de Chéjov. En este enlace encontraréis muchos de ellos.
Me gustó "El beso"

miércoles, 19 de mayo de 2010

Amar la literatura

¡Qué maduras son estas chicas! No se hacen una idea del nivel de "orgullo y satisfacción" que producen en sus profes. Sus deseos de saber, sus miradas de pequeñas sabias, aventuran tantos proyectos por hacer e historias por vivir.



No tiene que ser sano, nos decimos muchas veces, esto de amar la literatura. Definitivamente se vive mucho mejor practicando algún deporte y dedicando tu tiempo libre a poca cosa más; sin contar la presión social de la que un aficionado al deporte está exento —saludable y divertido, todo en uno y esas cosas—, libran a su familia del disgusto de llegar un día y, sin más, soltarle que, mamá, necesito —es una necesidad más que un capricho— ir a la Feria del Libro de Sevilla. Y además marcas ese “necesito” con mucho énfasis y lo acompañas con una mirada persuasiva que llevas años perfilando para momentos como éste. Y claro, tu madre, que es un trozo de pan, se ve un día despidiéndote a las seis de la mañana de la Estación Intermodal de Almería, todavía preguntándose cómo habrá vuelto a caer en la trampa de la carita de cachorro desprotegido ante la intemperie.
Y ¿por qué Sevilla? ¿Por qué la Feria del Libro? Puedes pasar de página si te invade una desagradable náusea vital sólo con mencionar la palabra “libro”. No estamos aquí para convencerte de nada. Pero si te resulta atractiva la idea, diremos: Sevilla porque es una de las ferias más importantes de España, y la Feria del Libro porque es donde Arturo Pérez-Reverte se daría cita en una más que interesante tertulia junto con Rafael de Cózar y Juan Eslava Galán.
Acogía la ciudad esta feria entre el 6 y el 16 de mayo, y la cosa ―entre homenajes y firmas― bastante prometía. La Plaza Nueva se había plagado de tal número de lectores ávidos por adquirir las últimas novedades del mundillo que apenas conseguíamos abrirnos paso entre ellos. Algunos ―entre los cuales acabamos incluidas― a duras penas podían cargar con su peso en libros, pero allá que iban trotando de expositor en expositor. Allí estaban todos: la Casa del Libro, Planeta, el Corte Inglés, la Consejería de Educación y Anaya-Bruño, por citar algunos. Y, por supuesto, los otros protagonistas de la feria: los escritores. Por el recinto se pasearon grandes nombres propios entre los que se contaban a Eduardo Mendoza, Mario Vargas Llosa, Matilde Asensi y, por supuesto, Arturo.
El sábado 15 de mayo, en la carpa de la Feria, hacían cola a las puertas más de trescientas personas. Pudimos intercambiar opiniones con algunas y comprobamos que, ya bien por el tema de la reunión o por el éxito de los escritores, gente de todo tipo (amas de casa, señoras con sus nietos, jóvenes, poetas y escritores noveles) se había reunido allí, al igual que nosotras, para disfrutar de la actividad. Y es bonito, pensamos, que la literatura pueda unir de esta forma picoteando en tan diversos colectivos.
En cuanto a la tertulia, todo transcurrió entre un ambiente relajado e intelectual en el que, pasando por la Regenta, Ana Karenina y Madame Bovary, se habló de la mujer como personaje literario creado por autores masculinos. Se señalaron varios puntos muy acertados: desde entender a la mujer como el héroe actual, un soldado que debe pelear en un mundo de hombres, hasta, tal y como señaló Reverte acerca de sus propias obras, ser el Ulises de sus libros, la parte esencial en una acción en la que el hombre es, más bien, un mero comparsa. El punto culminante se produjo cuando Rafael de Cózar afirmó que la liberación de la mujer como personaje literario vino de la mano de los mismos que crearon a la femme fatale, los que la tachaban de interesadas y manipuladoras. Finalmente, hicieron una lista que reunía a los personajes femeninos más importantes de la historia: Electra, Medea, las mujeres de la casa de Bernarda Alba, doña Inés, la Celestina, Dulcinea. Incluso pudimos cruzar unas palabras con Reverte en las que comentamos que Antígona y Mariana Pineda, en nuestra opinión, eran también dignas de mención.
Tras una hora allí reunidos entre risas, comentarios ingeniosos y bastante complicidad, tuvo lugar la firma de libros de Juan Eslava y Pérez-Reverte. Nuevamente una cola inmensa que mereció la pena, puesto que conseguimos un par de ejemplares de El Asedio firmados. (Nota mental: Reverte, a pesar de su edad, es un señor más que apuesto y elegante).
Si tenemos la oportunidad, que nos esperen allí el año que viene, que repetimos.


Arantxa Castillo Marín, 1º Bach. B, y Gema Ramírez Rodríguez, 1º Bach. C.

jueves, 13 de mayo de 2010

De por qué es justo que nos nieguen la Felicidad


Una de las citas más famosas atribuidas al actor Groucho Marx era aquella que rezaba: "Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna...". De este modo, Marx resumió la popular creencia que defendía la efectividad del dinero a raudales como fuente inagotable de felicidad e ironizaba con la postura contraria. El bienestar económico en nuestro tiempo conlleva una digna calidad de vida, así como reconocimiento social y seguridad, posibilidades plenas y relativa tranquilidad. No parece precipitado asumir que ésta es una de las hipotéticas vías hacia la felicidad.
Sin embargo, la felicidad del ser humano no parece estar directamente relacionado con la capacidad de su bolsillo. Tampoco está más satisfecho el más sabio, o el más popular, o el más respetado. Ni siquiera el menos quiere o menos necesita, ni el más idiota. Ninguno de aquellos individuos podría jamás cumplir todos los requisitos que convierten a alguien en una persona feliz. Algún tipo de misión imposible. Pero, aun en el excepcional caso de que lo lograran, ni entonces siquiera, serían recompensados con la felicidad.
La ambición humana, su curiosidad y el afán de superación no permitirán a nuestra especie más que amagos de una felicidad completa y real. Es un fin, un objetivo y una recompensa que apenas podríamos ser capaces de concebir o comprender. No está en nuestra naturaleza ser felices y darnos por satisfechos, porque ello atenta contra nuestro modo de ser. Es descabellado pensar en ser ambicioso siendo al mismo tiempo feliz. Carece completamente de sentido. Una persona que goza del bienestar absoluto no se plantea mejorar, avanzar, investigar; no es ambiciosa. Si la felicidad estuviera al alcance de la raza humana nos habríamos estancado hacía tiempo, no nos habríamos preocupado de buscarla y de saber y probablemente a la vida tal y como la conocemos hoy se le atribuiría otro sentido; uno que, decididamente, no nos convendría.
Es por ello que la felicidad es otra más de aquellas grandes cosas que se nos han negado no de forma gratuita, sino con una buena razón. Y es que el hombre feliz no puede valer más que para disfrutar de su propia felicidad, porque ésta es un fin en sí misma. El hombre dichoso, el que lo ha logrado todo, no busca, no encuentra y, por tanto, no progresa. En la búsqueda de la felicidad está el progreso, y en no hallarla, la recompensa.

Gema Ramírez Rodríguez, 1º Bach. C.

¡Enhorabuena!

Estamos muy felices porque nuestro compañero y alumno de 2º de Bachillerato Abraham Ferreira Khalil acaba de ganar el primer premio de poesía en el XXIX Certamen literario de Roquetas de Mar. Este prestigioso concurso se celebra a nivel nacional y va destinado a los jóvenes de Secundaria y Bachillerato de España.
Queda reconocida la calidad y el buen hacer de Abraham de quien hemos puesto algunos poemas en este blog en entradas anteriores.

Su alegría es también de todos
¡Que lo disfrutes!

viernes, 7 de mayo de 2010

¿Derecho a la seguridad o derecho a la privacidad?


EL PANÓPTICON

Me resulta bastante... llamativa la idea del filósofo Jeremy Bentham: el panópticon. Esta estructura consiste en un edificio circular con una torre central, donde los carceleros pueden observar con mínimo detalle la actividad de los reclusos a través de sus cristales sin que estos se percaten. De aquí extrae George Orwell los argumentos en su novela de un Gran Hermano que todo lo ve, ¿os suena? Desafortunadamente, seguro que sí.

Como os podéis imaginar, esta peculiar construcción es un prototipo de cárcel que rompe los cánones de la prisión tradicional. El objetivo pretendido, según Foucault, es inducir la sensación psicológica de la eterna observación, es decir, castigar a los reclusos provocándoles la intimidante inseguridad de que siempre hay alguien mirando todo lo que realizan.

El panópticon no prosperó, pero actualmente vivimos en uno, tan grande y tan inmenso como lo es el mundo propio. Estamos siendo constantemente vigilados, ya sea por cámaras, satélites, servicios militares, etc. Es ineludible sentir inseguridad con sopesar la inmensa cantidad de “observadores” que tenemos a nuestro alrededor.

La idea de esta estructura la encuentro como un exceso de control y más aún como fruto de la faceta más desconfiada del ser humano. Nuestra naturaleza nos evoca irremediablemente a desconfiar entre nosotros, y en muchísimas ocasiones de forma desmedida.

No menos confortable resulta pensar que si hace tres largos siglos ya se pensaban tales construcciones, en la actualidad con las nuevas tecnologías la libertad y privacidad quedan totalmente en entredicho. Lógicamente la vigilancia es importante, ¿pero hasta qué punto debemos llegar? ¿Cuándo sabremos cuánta cantidad de “observadores” son necesarios para saber en qué momento disponemos de seguridad o no? Sin lugar a dudas, seguridad y privacidad son términos absolutamente antónimos a día de hoy.

Dicho esto, entramos en una lucha de valores éticos. ¿Merece la pena aumentar la supuesta seguridad en detrimento de la privacidad, y por ende de la libertad? Son muchos los puntos en contra que podemos encontrar sobre la vigilancia desmedida. ¿Quién nos asegura que el que está al otro lado del cristal hace correctamente su trabajo o no manipula lo que realmente ve por intereses personales? Aunque claro, siempre se puede recurrir al pretexto de que la seguridad nos permite poder realizar cualquier actividad sin temor alguno, y por tanto ser más libres...

Tal quimera me resulta una perversión fruto del avance tecnológico e inamovible como el paso del tiempo. Nos vemos obligados a decantarnos por un lado u otro de la balanza, pero a buen seguro sea cual sea la respuesta será incorrecta de forma irremediable.

La intimidad es un derecho y un deber moral que poco a poco va consumiéndose inexorablemente por nuestra naturaleza curiosa y excesivamente dominadora, elevándose exponencialmente por la presión tecnológica.

Dejando de lado lo dicho anteriormente, podemos también extraer de la idea del panópticon un fenómeno social en auge, los “reallity show”, basados en la novela mencionada de George Orwell.
Siento un profundo sentimiento de tristeza y rechazo mayúsculo ante tal aberración a la intimidad y dignidad humana que provocan, ligados de la mano con la prensa rosa.


Odio profundamente encender el televisor a cualquier hora y ver al ser humano en su mínima expresión, en esa faceta en la que no existe el respeto, no se habla, sino se grita o en su defecto insulta. Y lo peor de todo es que la mayoría de la población apoyáis a tales actos parásitos con unos argumentos que dejan mucho que desear...

Es esto lo que estamos haciendo, un atentado moral fruto de la intrascendental información que ansiamos saber del otro, que acompañado de la completa estupidez e incongruencia de esta “prensa” y programas televisivos, está denigrando nuestra sociedad. Todo sea por ver a qué hora se levantan nuestros personajes, si se lavan los dientes, si se pelean, si se insultan, todo un acto de necesidad recopilatoria solamente equiparable a la cura del sida o del cáncer. Anteponemos o igualamos la curiosidad ante la vida, síntoma inequívoco de que nuestra sociedad goza de buena salud...

Así que sentémonos en nuestro mullido sofá (pero sin olvidar la bolsas de patatas o de palomitas, que si no, no comemos) y observemos cómo nuestra libertad es un hilo cada vez más fino porque no podemos hacer nada por convencernos a nosotros mismos, al desgraciado ser humano, capaz de ser el único absurdo animal de hacerse daño a sí mismo por asuntos irrisorios.



Jonathan Suárez
1º de Bachillerato

martes, 4 de mayo de 2010

Del pergamino al libro

Todos los cambios son complicados. El pergamino dio paso al libro con hojas. El libro al ordenador... Menos mal que siempre tenemos a mano un experto informático.