A la hora de coger un libro no requiero silencio, un respaldo cómodo o largas horas desocupadas. Ni siquiera es indispensable que la lectura en cuestión me agrade desde la primera a la última página. Pero lo que no perdono es la luz, que ha de ser blanca ―natural o artificial― y nunca, jamás, amarilla. Ni amarilla ni naranja ni similares: la odio.
Me gusta la metáfora de la luz blanca. Me sugiere la claridad de mirada sobre las palabras y las ideas que te ofrece un libro. Sin prejuicios, sin filtros de colores, abierto a todo lo que regalen...
Cualquier momento puede ser bueno para leer, así que siempre llevo un libro a mano, normalmente nunca falta un libro de cuentos en mi bolso. Puedo llevar el mundo entero conmigo en tan solo cien páginas.
A la hora de coger un libro no requiero silencio, un respaldo cómodo o largas horas desocupadas. Ni siquiera es indispensable que la lectura en cuestión me agrade desde la primera a la última página. Pero lo que no perdono es la luz, que ha de ser blanca ―natural o artificial― y nunca, jamás, amarilla. Ni amarilla ni naranja ni similares: la odio.
ResponderEliminarMe gusta la metáfora de la luz blanca. Me sugiere la claridad de mirada sobre las palabras y las ideas que te ofrece un libro. Sin prejuicios, sin filtros de colores, abierto a todo lo que regalen...
ResponderEliminarCualquier momento puede ser bueno para leer, así que siempre llevo un libro a mano, normalmente nunca falta un libro de cuentos en mi bolso. Puedo llevar el mundo entero conmigo en tan solo cien páginas.
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