domingo, 9 de enero de 2011

¿A la hoguera?

Hay libros que nos hacen perder el tiempo. Pueden ser tan malos que quizás no debieron haberse publicado. Aburridos, superficiales, pretenciosos, imposibles de entender... Hay quien ha decidido mandarlos a la hoguera (virtualmente hablando claro). Puede que sea exagerado, pero es un alivio comprobar que otros están tan decepcionados como tú con algunas publicaciones y autores que se oyen tanto.

Para que esto no te ocurra ¡ten el valor de abandonar un libro cuando no te guste!
No siempre es fácil, pero puede ser liberador.

Me ocurrió con alguno de los que aparecen en esta web:

HOGUERA DE LIBROS

4 comentarios:

  1. Creo que el problema es hay autores/as que en realidad no lo son y si consiguen editar un libro se dan por satisfechos/as. Personalmente considero muy pretencioso quienes dicen con la boca llena "Soy escritor/a", creo que eso es algo que no se debe decir nunca en primera persona (quizás "Pretendo ser escritor o me gustaría ser escritor.") y entiendo que este es el resultado de muchos libros que merecen la Hoguera.

    No voy a negar que a veces (muy pocas), he encontrado libros que no merecerían la pena haberlos terminado, sin embargo en todos los casos he intentado darles la oportunidad hasta el final, aunque no siempre lo he conseguido. De la lista que aparece no he intentado leer ninguno, pero el que aparezcan en la Hoguera, puede significar un reclamo para que alguien les de una oportunidad, aunque sólo sea por curiosidad.

    Creo que para un libro hay algo peor que la Hoguera. El ser ignorado, ser transparente en una librería, no llamar la atención o no tener la menor oportunidad de que alguien pueda leerlo, ya sea bueno o malo.

    Hasta pronto.

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  2. Escritor, según el drae en su primera acepción, es aquella "persona que escribe", por consiguiente todos somos escritores. Tú, Marisa y todo aquel que se atreva a escribir. Una cosa muy distinta es ser mejor o peor escritor, pero escritores somos todos, por fortuna. No veo el problema de llamarse a uno mismo escritor. Si no es así, dejemos de escribir y pasemos a la tertulia.

    Que un libro acabe en la hoguera es muy sencillo; si no se vende, acaba siendo descatalogado y, en definitiva, quemado o eliminado. Lo importante es que a alguien haya interesado alguna vez. Solo por esa persona a la que ha llegado ya se merece haber existido.
    Ahora bien, lo que produce pavor es que quemen un libro por las ideas que contiene. Ahí ya hablamos de otra cosa.

    Si un libro no gusta, se cierra y no se vuelve a abrir, a no ser que te vuelva a llamar la atención (en contadas ocasiones me ha sucedido a mí mismo y lo he saboreado como un niño con una gominola; cada libro tiene su momento). La cuestión es que hay que cerrarlo en el momento oportuno: justo antes de que le acabes tomando odio. Eso es lo que realmente me produce pena, odiar algo por lo que he sentido el flechazo que me ha llevado a comprarlo. Si es comercial o no lo es no ha de influir en mi elección. Quiero disfrutar, aprender, gozar. Porque la lectura es eso, un gusto
    inmenso.

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  3. Las razones que aportáis son muy interesantes para debatir y me llevan a seguir pensando sobre lo que escribí.
    Evidentemente defiendo la libertad de expresión, y lo de la hoguera es claramente una propuesta simbólica: jamás predicaría tal práctica.
    Sin embargo insisto en que hay libros que no aportan nada, te hacen perder tiempo, están pésimamente redactados y algunos incluso, al igual que pasa con otros recursos, como puede ser la música, programas de tv, obras de teatro... son de contenido más que discutible. A veces incluso atentan contra la dignidad, y los derechos humanos más elementales: pueden incitar a la violencia, defender la tortura, la desigualdad y ser claramente peligrosos moral y psicológicamente.
    Otros son inocuos y simplemente están mal escritos.
    Vivimos una época cibernética donde la profusión de textos nos convierte a todos en pseudoescritores, pero pienso que no hay que obviar la búsqueda de la calidad literaria, ni caer en relativismos artísticos.
    O a lo mejor sí hay que caer, pero que sea la ocasión para debatir sobre ello.

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  4. Como Cervantes decía: "No hay libro tan malo que no contenga algo bueno". Bien es cierto que la calidad de unos no es equiparable a la de otros. En eso se diferencia un escritor óptimo de otro no tan bueno, como comenté en la anterior entrada.

    Marisa, es cierto que no hay que caer en relativismos artísticos, pero ¿cómo podemos escindir lo bueno de lo malo si no somos capaces de definirlos correctamente a nivel moral? ¿Cómo saber ver más allá de los conocimientos adquiridos como válidos?

    Un ejemplo: Proust, ese genio de la escritura, es considerado por muchos como un burdo aburrimiento, que no aporta nada y que perdió el tiempo en escribir una obra larga y poco artística. Y , sin embargo, para otros es el mejor escritor del siglo pasado (me incluyo en parte en este pensamiento).

    A lo que voy, una obra de arte no lo es para todos por igual. Por tanto, lo que para unos la obra de la Stephanie Meyer es lo más, para otros no significa absolutamente nada (por ejemplo: mi caso). En definitiva, creo que una obra alcanza su objetivo cuando su historia se funde con el lector.

    Hay novelas que se fusionan con este por su trama, otras por los valores que destaca; otras tantas por la innovación que suponen... Está claro que novelas que propugnan la violencia, el racismo y valores negativos para la humanidad no son muy aconsejables; pero puede darse el caso de que alguna de ellas represente alguna innovación artística. Mi duda aparece cuando me topo con un libro de este calibre, ¿Merece la pena leerlo? Después de mucho tiempo, creo que todo lo que lea será siempre poco. Hay que conocer, además, al enemigo para afrontarlo mejor: leer sus libros ayuda a buscar sus puntos débiles.

    Me parece que desvarío un poco. Me callo, pues.

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